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Hombre hablando por móvil con lenguaje de signos

Enseñar a pensar y a dudar, es enseñar a ser libre

Sonia López

Maestra, psicopedagoga y conferenciante. Colaboradora de @malas_madres y El País.

En tiempos en los que todo va demasiado deprisa, las pantallas dictan opiniones y los titulares sustituyen al análisis, fomentar el pensamiento crítico de nuestros hijos se ha convertido en una necesidad urgente. En una sociedad saturada de ruido e información es necesario que el niño aprenda a pensar por sí mismo, a dudar con respeto, a preguntar con profundidad y a no aceptar cualquier verdad envasada. Un criterio que funcione como una brújula interna, capaz de guiar a la persona para poder distinguir lo bueno de lo malo, lo cierto de lo aparente, la emoción del argumento y la creencia del conocimiento.

La familia, cuna del pensamiento crítico

La familia es la primera escuela del pensamiento crítico. Es allí donde el pequeño conversa sobre lo que sucede en su entorno con confianza y aprende a escuchar, preguntar, dudar y a argumentar para ser capaz de analizar con profundidad la realidad. El adulto debe convertirse en el mejor ejemplo que el menor pueda tener mostrándole cómo formular preguntas, contrastar fuentes y razonar con claridad. Solo así en casa se logra crear un ambiente donde el crío se siente seguro para explorar sus ideas a través de la consciencia y la reflexión.

 

Que el niño desarrolle su pensamiento crítico es fundamental para que aprenda a pensar por sí mismo sin dejarse influenciar por el criterio de otros. Un pensamiento que incluye la capacidad de evaluar, analizar y pensar con lógica sobre la información que recibe, analizar las situaciones correctamente y actuar y decidir con una base. Una habilidad imprescindible para que pueda hacer frente a todos los retos que se encontrará en su camino y gestionar correctamente sus emociones, especialmente las desagradables.

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¿Conocemos los riesgos de su ausencia?

Un niño que no desarrolle correctamente su pensamiento crítico aceptará la información tal y como se presenta, sin cuestionarla ni analizarla. Puede mostrar dependencia excesiva de los adultos para tomar decisiones y resolver problemas evitando enfrentarse a desafíos por miedo a equivocarse o a lo que piensen los demás. Además, es muy probable que muestre dificultades para expresar correctamente sus propias ideas, defender sus opiniones y tienda a conformarse con lo que otros le dicen, sin desarrollar su propio juicio. Esta falta de autonomía y seguridad afectará en su confianza debilitando su autoestima y resiliencia.

Claves para fomentar el pensamiento crítico y la autonomia de un hijo

1. Promover en casa el asombro, la curiosidad y el amor por el conocimiento animando al niño a hacerse preguntas, a plantearse el porqué de las cosas, es sembrar la semilla del pensamiento crítico. En un mundo saciado de información, esa capacidad para cuestionar, investigar y comprender se convierte en una herramienta esencial para formar ciudadanos libres y con discernimiento. El papel del adulto es acompañar ese proceso con paciencia y coherencia: escuchar sin juzgar las preguntas, estimular la búsqueda de respuestas, mostrar cómo contrastar fuentes y, sobre todo, dar ejemplo reconociendo que no siempre se tienen todas las respuestas.

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2. Regalar al pequeño la libertad y la confianza que necesita para decidir por sí mismo a través de un vínculo sano y respetuoso implica fomentar valores fundamentales como la justicia, la empatía, la libertad, el respeto, la tolerancia, la humildad y la honestidad. Para lograrlo, el adulto debe ofrecerle autonomía y seguridad, guiándolo con límites respetuosos, escucha activa y coherencia, para que aprenda a decidir con responsabilidad y empatía.

3. El adulto debe evitar dar siempre las respuestas al niño o imponer su propio criterio, especialmente si eso implica ridiculizarlo o desestimar sus argumentos. En lugar de ello, es fundamental mostrar interés por lo que piensa, escuchar con respeto y acompañarlo en la búsqueda de sus propias conclusiones. Establecer límites claros y respetuosos y utilizar la escucha activa será clave para fomentar su capacidad de razonamiento y confianza.

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4. Fomentar el pensamiento crítico significa alentar al niño a analizar los problemas, tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias que estas puedan tener. Para conseguirlo, el adulto debe invitarlo a dudar, a razonar antes de actuar, plantearle preguntas en lugar de darle respuestas directas, escuchar sus argumentos con respeto y ayudarle a reflexionar sobre los resultados de sus decisiones. De esta manera, aprende a pensar por sí mismo, a valorar distintos puntos de vista y a desarrollar un criterio propio.

Fomentar en los niños el pensamiento crítico, la autonomía y el respeto desde el hogar no solo les prepara para enfrentar los retos del presente, sino que también construye las bases de una sociedad más libre, justa y consciente. Como adultos, nuestro compromiso no es darles todas las respuestas, sino acompañarlos a descubrirlas por sí mismos, confiando en su capacidad para pensar, cuestionar y crecer. Porque educar en la libertad de pensar es educar en la verdadera libertad.