El mito del nativo digital, que apoya la idea de que los menores son competentes en el uso de una tecnología por el mero hecho de haber nacido con ella, es la excusa perfecta para marcar distancia con la educación tecnológica y crianza digital de nuestros hijos y alumnos. Afirmaciones como "Mi hijo me da mil vueltas" o "A mí es que esto de TikTok y Twitch me suena a chino" no dejan de ser exageraciones en las que los adultos caemos para evitar el miedo que supone enfrentarnos a lo digitalmente desconocido.
Si bien es una actitud humana y comprensible en una sociedad donde el tiempo y la pausa que tenemos para dedicarle a los niños cada vez es menor, tiene una consecuencia directa: la apertura de una brecha tecnológica generacional. Esta brecha no hace referencia al uso y a los temas de conversación. Si la generación Z ve a sus padres como analfabetos digitales, difícilmente les contarán los problemas que surjan en su uso diario de redes sociales y en el consumo de contenidos digitales que ha sustituido a la televisión tradicional.
Supongamos que unos padres quieren superar esta situación y adentrarse en el contexto y crianza digital de su hijo para estar a su disposición si lo necesita. ¿Por dónde empezar? Un breve visionado de un canal de Twitch popular como el de Ibai o Illo Juan puede echar para atrás a cualquiera. Emisiones en directo de 4 horas con un chat frenético lleno de memes, argot y bromas privadas que le quitan a uno las ganas de entender nada. No digamos ya si convencemos al padre o madre de que pruebe TikTok. Sus opciones de configuración y privacidad son tantas que doy fe de que incluso los chavales de la ESO se ven superados. Y ponerse a hacer el trend o baile de moda puede acabar avergonzando a la prole y generar el efecto contrario al que se busca.
La clave que siempre repito a las familias es simple: tú tienes más experiencia de vida que tu hijo. Vamos con un ejemplo práctico. Una niña de 11 años se me acercó hace tiempo al final de una charla para hablar de Musical.ly (el germen de lo que luego sería TikTok) y de cómo una famosísima cantante le había escrito un mensaje privado para poder hacer un dueto con una de sus canciones. La niña, un poco avergonzada después de escuchar una charla sobre ciberseguridad, me dijo: "Claro, con lo que has dicho... es probable que realmente no fuera ella de verdad ¿no?". Mi pregunta es: ¿necesitas saber qué es Musical.ly o cómo funciona TikTok para intuir que hay algo raro en que un cantante de fama internacional se ponga en contacto con tu hija? Lo más seguro que no. Del mismo modo que torcerás el gesto si tu peque te dice que le ha escrito Leo Messi porque está reclutando jóvenes promesas para un equipo de fútbol.
Esa capacidad para intuir que pasa algo raro se deriva de todas las experiencias y el aprendizaje que has vivido como adulto. Es lo que te otorga la capacidad para ayudar a tus hijos a navegar por aguas turbulentas.
Suelo decir que educar en tecnología es educar en valores. Las redes sociales van y vienen y si nos centramos en sus características técnicas la educación será caduca. Todo el tiempo que se empleó en hogares e institutos hablando de las opciones de privacidad de Tuenti caducó en 2010. De Facebook en 2020 y no podemos cometer el mismo error con las nuevas plataformas. Debemos empezar a hablar de amistad, amor, éxito y salud mental en un contexto digital. Este último caso es llamativo por la cantidad de jóvenes que buscan información sobre salud mental en plataformas como TikTok. Sin embargo, el porcentaje de vídeos etiquetados con #saludmental que ofrecen desinformación supera el 80%.
La teoría está bien, pero entiendo que puede ser difícil pasar a la práctica si uno no tiene la costumbre de hablar con sus hijos de emociones y sensaciones. Un buen punto de partida son las preguntas que el proyecto EU Kids Online realiza a los adolescentes para sus estudios sobre riesgos y oportunidades de la red. Según este proyecto, dependiente de la LSE, la mediación parental habilitante ha demostrado ser la herramienta de prevención más eficaz ante riesgos como el ciberbullying, el grooming o los contenidos no deseados.
Algunas de estas ideas que favorecen la crianza digital son:
Desgraciadamente los últimos resultados de los que disponemos sobre la cantidad de menores que responden positivamente a estas preguntas no son muy halagüeños: