En algún momento todos hemos oído hablar de la dirección IP. Cualquier dispositivo conectado a Internet tiene una IP asignada. Su propósito es identificar dicho dispositivo en la red para que pueda comunicarse con los demás dispositivos. Pero hay distintas clases de IP. Hay una IP para tu dispositivo en la red local de tu casa y otra para cuando accede a Internet. Y esta última cambia cada vez que reinicias tu router.
IP es el acrónimo de Internet Protocol o Protocolo de Internet. Junto al protocolo TCP (Transmission Control Protocol o Protocolo de Control de Transmisión), hacen posibles las comunicaciones entre dispositivos que, a su vez, conforman la red de redes que es Internet. Ambos protocolos fueron creados en la década de los 70 del siglo pasado por Vinton Cerf y Robert Kahn, padres de Internet. Primero se llamó ARPANET, una red de uso militar que luego derivó en el uso científico y, más adelante, derivó en la Internet que conocemos.
Para nuestro día a día, cualquier dispositivo que conectamos a Internet emplea una dirección IP que lo diferencia del resto de dispositivo. Por un lado, la IP privada, dentro de tu red casera. Por otro, la IP pública, la que le permite acceder a Internet. Veamos las diferencias entre las distintas clases de IP.
¿Dirección IP privada o pública?
Una dirección IP es una combinación de números separados por puntos. Entre las clases de IP, la IP privada es la que identifica cada aparato o dispositivo que se conecte a tu router. El router mismo tiene su propia IP privada, 192.168.1.1. A partir de ahí, cada nuevo dispositivo conectado al router irá cambiando la cifra final, que se va asignando en orden de conexión. Esta dirección no suele cambiar e identifica los dispositivos dentro de la red de tu hogar. Así, éstos pueden comunicarse entre sí aunque no accedas a Internet. Además de IP privada, también podemos llamarla IP local o interna.
Con la IP privada podemos controlar, desde el router, el uso que hacen de la red esos dispositivos. Por ejemplo, podemos bloquearlos, temporalmente o de manera definitiva, o podemos hacer lo contrario, priorizar que tengan acceso prioritario al ancho de banda. Si eres cliente de Movistar, puedes controlar estos parámetros a través de la app Smart WiFi y del Portal Alejandra. Así no necesitas conectarte directamente al router.
Pero la dirección IP que nos interesa es la IP pública. Es la que identifica tu teléfono, ordenador, televisor o consola de videojuegos cuando se conecta a Internet. Hay quien utiliza el símil de las matrículas de los automóviles o el documento de identidad. En parte, son parecidos, pero como veremos luego, no es así del todo.
Cuando conectas un dispositivo a Internet, tu ISP o proveedor de servicios de Internet le asigna una dirección IP pública a través del router empleando el protocolo DHCP, acrónimo de Dynamic Host Configuration Protocol o Protocolo de Configuración Dinámica de Host. Gracias a la IP, tu dispositivo puede comunicarse con los demás dispositivos de la red, algo necesario para consultar el correo, enviar mensajes de WhatsApp, ver películas en Netflix o en Movistar Plus+ o un millón de cosas más.
Ejemplo práctico. Si compruebas la velocidad de tu conexión con el test de velocidad de Movistar, obtendrás datos útiles como la velocidad de subida y bajada, la latencia o tu IP pública. La IP privada sólo la conoce tu router. La IP pública se puede conocer ya que es el identificador de tu dispositivo. Es más, a través de esa IP se puede saber desde dónde se conecta un dispositivo. No la dirección física pero sí la localidad.
¿IP fija o dinámica?
Una característica de la dirección IP pública es que suele ser dinámica. Es decir, cada vez que un dispositivo accede a Internet recibe una dirección distinta que caduca al cabo de un tiempo. Así, las direcciones IP disponibles para cada proveedor de Internet se aprovechan y reutilizan, reduciendo el número de direcciones inactivas.
Otra ventaja práctica para el usuario es que si tienes un problema con un servicio o página web o la IP que estás usando es bloqueada por distintos motivos, reiniciando tu router recibirás una nueva IP para seguir usando dicho servicio. Fácil y rápido. Y para los proveedores de Internet, es una ventaja contar con direcciones dinámicas porque les permite gestionar menos direcciones en su red.
Entre las clases de IP disponibles, lo habitual es emplear direcciones IP dinámicas, pero también es posible disponer de dirección IP fija o estática. Esto implica que una única IP identifica al mismo dispositivo de manera fija. Las direcciones IP fijas se emplean para servicios específicos como servidores. Las máquinas que hospedan archivos, servicios online o páginas web, cuentan con una IP propia para facilitar su identificación. Y suelen ser de pago. Es decir, que puedes solicitar una IP fija pero esto tendrá un coste adicional, a diferencia de la IP dinámica.
Entre las ventajas de las direcciones IP fijas, ofrecen conexiones más rápidas y estables, de ahí su uso para redes privadas o para hospedaje de páginas web. Por contra, al ser una dirección fija, puede ser víctima de ataques externos que impidan su buen funcionamiento, como los populares ataques DDoS que saturan servidores hasta que caen de la red.
Por lo demás, el uso de direcciones dinámicas tiene otra ventaja, como por ejemplo aprovechar las direcciones disponibles. Precisamente, uno de los problemas de Internet en los últimos años es que se están agotando las direcciones IP públicas disponibles. De ahí que poco a poco, los proveedores de Internet estén migrando la versión del protocolo IP actual, IPv4, por la versión IPv6, que ofrece un rango mayor de direcciones disponibles.